Envio

“Solo en el espacio se puede perder uno realmente, y además sin querer”
Atomsk Mederit Giménez.
Era de noche, una noche oscura. De repente la pantalla comenzó a parpadear. Los altavoces emitían un sonidito “bip… bip… bip…”. Va haciéndose más fuerte a medida que pasa el tiempo, pero es lo único que pasa, solo el parpadeo y los bips. Un rato después Frasin se remueve entre las sábanas. Refunfuña. Al poco saca un brazo de los pliegues de la cama y coge un reloj que hay en la mesilla de noche. Son las 3:15 de la madrugada.

-prffff- se queja mientras deja caer el brazo hacia el suelo soltando el reloj. Apartando de golpe la sábana se levanta de la cama. Es solo un colchón con unas patas y sábanas, pero hace su función perfectamente. Aun siendo todo lo feo que es no hay otro lugar mejor para Frasin en este momento.

La casa de Frasin es un lugar un tanto atípico según lo que entendemos por casa. Está en un terreno que perteneció a su abuelo, Atomsk Mederit Jiménez, cerca de la costa granadina, por el que pasa un riachuelo que abastece de agua a nuestra protagonista. Visto desde fuera parece un hangar partido por la mitad, y en parte lo es, porque la mitad de la casa la ocupa la nave espacial. En la otra mitad vemos una pequeña cocina y un baño, un sofá y televisión, y un espacio bastante amplio donde está la cama y la zona de trabajo. La zona de trabajo consiste en una serie de mesas a lo largo de una pared con varios ordenadores y trastos desmenuzados por todas partes. Uno de los hobbies de Frasin es buscar basura espacial de satélites antiguos o chatarra para desmontarlo todo y hacer nuevos aparatos.
Aparta con el pié uno de los cacharros pendientes de arreglo y se acerca a la pantalla. Hay una animación de un cartero llamando a un timbre. Pulsando en la pantalla se abre el correo.

“Saludos Frasin,
Tenemos un paquete que enviar a la luna 7 de Júpiter. El remitente nos ha pedido expresamente que seas tu quien lo lleve personalmente. Ven cuanto antes a recogerlo.
TransGr.”

Frasin apaga la pantalla, se da la vuelta y vuelve a la cama. Se queda dormida a los dos minutos. Tiene el pelo largo de color ceniza, mide 1’65 y es de complexión normal, un poco flaca. Duerme solo con las braguitas, las noches en esa zona son muy calurosas.

A las 7:30 suena el despertador. Frasin se levanta desperezándose y se pone una camiseta blanca sin mangas. El termómetro marca 32 grados. Coge unos pantalones de una silla cercana y después de olerlos se los pone. Tarda un rato en encontrar las botas, una estaba debajo de la cama y la otra entre los cables de los cacharros sin desmontar. Coge las llaves de la nave y se acerca al ordenador para desviar las llamadas a su teléfono móvil. Al girarse para ir a la nave se tropieza con uno de los trastos, pero no se cae. Sube a la nave y cierra las compuertas de la casa, aún hay una mancha de fuego en la pared de la vez que no lo hizo. Cuando se cierran por completo se empieza a abrir el techo del hangar y enciende los motores de la nave. La “Ann”, como la bautizó Atomsk, es otra parte de la herencia de Frasin. Es una nave de pequeño tamaño, con una bodega, cabina de mandos y una sala con cama, baño y una modesta cocina.

Un leve zumbido comienza a oírse. A medida que Frasin eleva la palanca de aceleración el ruido se va haciendo más fuerte. Al llegar al final del recorrido de la palanca, un estallido retumba en las montañas de alrededor y la nave empieza a elevarse hasta una altura de cincuenta metros. La Ann se mantiene estática y Frasin cierra la compuerta del hangar. Con un nuevo estallido la nave desaparece de nuestra vista hacia la empresa de transportes granadina TransGr.

A las 9:35 de la mañana la IA despierta con un leve pitido. Las cámaras se encienden por toda la nave. Frasin está a los mandos cuando la cámara de cabina se enciende y la IA pregunta
-¿Dónde vamos?-

– A por un paquete a TransGr, para la luna 7 de Júpiter. De todas formas tienes la información- responde Frasin.

– ¿No tenías nada mejor que hacer? Deberías seguir jugando con tus cacharritos…- replica la IA.

– A lo mejor lo que debería hacer es comprar una IA nueva que no pregunte gilipolleces-

– A lo mejor…- dice la IA mientras la cámara de cabina se apaga.

– Vigila esto mientras bajo a por el paquete-

Frasin hace descender la Ann hasta el hangar de TransGr y abre la compuerta de carga. Con paso ligero se acerca al mostrador. La recepcionista se está pintando las uñas mientras habla con un cliente por teléfono, hace un gesto como diciendo “un segundo”. Frasin espera martilleando los dedos contra la mesa. Finalmente cuelga y atiende a la chica.
– ¿Qué era?- dice la recepcionista.

– un paquete para la luna 7 de Júpiter, tome- dice Frasin entregándole el papel de recogida. La recepcionista lo mira detenidamente.

– ¡¡¡Mariii!!! Saca el siete- grita la mujer hacia el almacén.

-Enseguida lo sacan ¿Vale?-

Frasin se sienta en la sala de espera y mira hacia el almacén de paquetes recibidos. Saca el teléfono por si tiene algún mensaje nuevo en el correo, pero no hay nada.

– Toma, el paquete, firma aquí- dice quien suponemos que es Mari, ya que lleva el paquete y ha salido del almacén. Frasin firma el formulario de recogida y se lleva la caja a la nave.

– ¿Sabéis que es?- pregunta.

– Ni idea chica, pero de vez en cuando hace unos ruiditos- dice Mari.

– ¿Y tampoco sabréis quién lo envió?-

– No, eso tampoco podemos decirlo-

– Genial… pues nada ¡Adiós!- dice mientras sube la rampa y pulsa el botón de cierre. La rampa se recoge dentro de la nave y la compuerta se cierra.
Dentro de la Ann se dirige a la bodega de carga y deja el paquete echándole un último vistazo.

– IA, vigila el paquete, es importante-

– como la señora diga-

-¿Sería mucho pedir que escanearas el interior para saber que lleva dentro?-

-si, lo sería, si no tuviera que obedecer cada tontería que me pides.- se queja la IA.

-pues entonces a callar- Antes de irse Frasin mira la caja para ver donde tiene que llevar el paquete exactamente. Luna 7 de Júpiter, estación 3 de envíos, sin remitente.

Se sienta a los mandos de la Ann y la saca del hangar. Mientras tanto, llama a la operadora para pedir un permiso de salida de la tierra.

-¿Operadora? Permiso para atravesar la atmósfera de camino a Júpiter para un envío urgente-

Una voz enlatada responde al otro lado de la conexión – Saludos teniente Mederit, permiso concedido. Buen viaje-

Con el permiso Frasin acciona los motores de salto y con una explosión de ruido la nave sale de la atmósfera. La IA emite un pitido.
– Escaneo del paquete terminado. No ha habido resultados. Las medidas del paquete son 30x12x20, pesa 1’5 kilogramos y vibra cada 30 minutos. La caja interior es metálica y no se ven tornillos o cierres, solo una especie de cerradura que necesitaría una llave bastante especial –

En la sala multiusos Frasin activa el radar que usa para buscar la basura. Luego introduce unos números en el teclado y espera una respuesta.

– Comandante Gálvez al habla ¿Quién es?-

– Saludos comandante, soy Frasin, necesito un favor-

– ¡Saludos teniente! ¿Qué necesitas?- dice el comandante.

– Estoy llevando un paquete sin identificar a la luna 7 de Júpiter, vibra cada media hora y no puedo abrirlo ni saber qué lleva sin romper la caja- dice Frasin- Necesito que esteis al tanto por si pasa algo ¿De acuerdo?-

– Vale, lleva cuidado, nunca se sabe lo que puede pasar, últimamente han aumentado los ataques de piratas. Tendré un par de unidades a una distancia prudencial, por los viejos tiempos- responde Galvez.

– Gracias comandante-

– Siempre es un placer-

Frasin apaga la pantalla y se tumba en la cama. Le dice a la IA que se ocupe de Ann mientras duerme y se quita las botas y los pantalones. El colchón está más duro que el de casa, pero puede servir. Cierra los ojos y se duerme.

A las dos horas más o menos suena la alarma del radar. Frasin se levanta de golpe y se da con la estantería de la cama. Se rasca la cabeza y va a mirar el radar.

– Es un pequeño grupo de piratas- dice la IA – son tres naves para ser exactos –

– Escanéalas y mantén la Ann lo más lejos posible –

Frasin se pone a los mandos de la nave, enciende la pantalla de comunicaciones y avisa a Gálvez – Comandante, tengo tres piratas en el radar viniendo hacia aquí – dice – dile a tus muchachos que se acerquen a ayudar –

– Estarán allí enseguida – dice el comandante.

– Teniente Mederit, uno de los piratas intenta comunicarse contigo- dice la IA.

– Pásalo-

– Blanquita, si no quieres convertirte en un montón de basura flotando en el espacio, será mejor que nos entregues el paquete que llevas.- dice el pirata- al menos así destruiremos la nave más rápido-

– ¿Quién cojones te crees?- grita Frasin- si crees que puedes robarme vas listo-

– Soy Klut, el mejor pirata espacial que conocerás jamás-

– Lo que tú digas, ¿Qué hay en el paquete?- dice Frasin justo cuando las naves de apoyo enviadas por el comandante aparecen en el radar- Bueno, espero que esos no sean muy amigos tuyos-

Las naves que acompañaban a Klut desaparecen después de una explosión de lásers y misiles. Frasin aprovecha para introducir los datos del salto a hipervelocidad.

– Te juro que me las pagarás todas juntas algún día, lechosa- dice Klut mientras huye de las naves del comandante, que lo persiguen.

– Si, si, lo que tú digas – dice Frasin.

– En el fondo te pone cerdísima el aspecto de ese pirata- dice la IA.

– ¡¡¡Cállate!!!-

Cuando llegan a la luna 7 de Júpiter se dirigen a la estación 3 de envíos para entregar el paquete, aterriza y entra en el almacén. En el mostrador hay una recepcionista igual que la de la estación de TransGr de la tierra. Debe ser un ciborg, piensa Frasin, últimamente están muy baratos. Pensandolo bien, considera si no sería mejor cambiar la IA puta por un ciborg algo más educado (cosa fácil).

– Vengo a entregar un paquete, me gustaría saber para quién es-

– Dame el recibo, veré que puedo hacer, puedes dejar el paquete en la bandeja azul- dice la recepcionista. En el mostrador hay dos bandejas, una roja y otra azul, no pone nada en ninguna de ellas. Al poco llega otro ciborg (modelo Mari esta vez), y recoge el paquete.

-¡Uy! Este paquete es confidencial, no te puedo decir para quién es- dice la recepcionista.

-Perfecto, pues nada- Frasin le da la tarjeta a la recepcionista para que ingrese el dinero del envío, luego se marcha. – Adiós –

Sale por la puerta del almacén y le dice a la IA que espere en un descampado cercano. Frasin entra en un callejón al receptor del paquete, entre unos bidones abandonados. Con el abrigo tan grueso que lleva para el frío de luna 7 no se puede distinguir quién es. Hace bastante frío a pesar del abrigo.

Una media hora después va cayendo el sol. Las temperaturas bajan mucho por la noche en Luna 7. Frasin enciende el calentador del abrigo para no helarse entre los bidones, aunque no hay ni gota de nieve en las calles, el ambiente es bastante seco gracias a las limitaciones de agua.

Sobre las 2:12 de la madrugada aparece un tipo bajito y rechoncho que llama a la puerta lateral de la estación de envíos con dos golpes secos. Debe ser murgon, una raza extraterrestre de poco menos de un metro de altura en los adultos. Los murgon vienen de Plutón, o al menos allí es donde los encontraron. Una ventaja dependiendo de la ocasión es que no son muy leales, aunque tampoco son fáciles de intimidar.

La puerta se abre y el murgon dice algo, luego coge un papel y lo firma. Lo devuelve y le dan un paquete. Desde donde está Frasin, gracias a los binoculares, se puede distinguir el tamaño y la apertura para la llave bastante bien. El murgon mete el paquete bajo la chaqueta mientras Frasin se levanta. Sale del callejón sin llamar la atención demasiado y se cruza con el murgon.

– Bonito paquete- le dice.

El murgon se para en seco y gira la cabeza, pero ya no hay nadie. Cuando vuelve a girarse para continuar su marcha algo se lo impide. Frasin lo ha cogido por el cuello y lo pega contra la pared.

– ¿Qué hay en ese paquete?- le dice mientras le pone el blaster en la garganta. Es bien sabido que los murgon, aun siendo tan desagradables, aman su voz por encima de todo. El murgon traga saliva.

– no lo se…- murmulla.

Frasin carga el blaster y vuelve a preguntar.

– ¿Para quién es el paquete? –

– Me paga demasiado bien – dice el murgon.

– ¿Prefieres acaso que te vuele la garganta y te quite el dinero y el paquete? – dice Frasin apretando la mano que le sujeta el cuello al murgon.

– Es para un myreano –

– ¡¿Para quién?! – repite Frasin.

– Se llama Gurrlug, quería esta máquina de balas… ¡Mierda! – dice el murgon al darse cuenta de su fallo.

– ¿Qué máquina de balas? ¿Una murgon? – pregunta Frasin. Las máquinas de balas murgon son muy muy «>caras y raras de ver, hacen las mejores balas que se conocen. También son muy peligrosas.

El murgon asiente. Frasin lo suelta y le deja ir. – ¡Como le cuentes esto a alguien te arrancaré las cuerdas vocales con mis propias manos! – grita Frasin Frasin «>mientras el murgon sale corriendo. Guarda el blaster en su cartuchera y cierra el abrigo de nuevo. Saca el teléfono y avisa a la IA para que acerque la nave. Desde un descampado cercano Frasin espera que aterrice la Ann. Cuando sube y se cierran las compuertas la nave despega de nuevo. La IA enciende las cámaras y muestra un mensaje en la pantalla de parte del comandante.

– “Saludos dos «>Frasin, pudimos derribar dos de las naves piratas que te atacaron. Al parecer su líder fue el que escapó. Hemos buscado en los archivos para ver de dónde han salido. Su grupo se hace llamar ‘libertad fronteriza’, secuestran naves de transporte para pedir rescates de miles de millones. Cuando sepamos más te lo haré saber.”

– IA, ponme con el comandante-

– voy… – dice la IA mientras marca los números del comandante Gálvez.

– Señor, el paquete, ya se para quién era y de dónde venía –

– ¿Qué ha averiguado? –

– Es una máquina de balas murgon para un myreano llamado Gurrlug – dice Frasin – no creo que el murgon que interrogué me delate –

– ¡¿Gurrlug?! Ten cuidado Frasin, es peligroso, llevamos tras él mucho tiempo –

– No te preocupes, Jose, se cuidar de mí misma –

– uuuuuuhh… Jose…- dice la IA.

– shh – dice Frasin.

– Je je je, bien, Frasin, de todas formas sabes que estaré vigilándote- dice el comandante.

– Lo sé, Jose, saludos y hasta otra – se despide Frasin.

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