clac, clac, clac, clac…
Mientras el tren avanzaba Jose miraba el paisaje, una enorme llanura en la que cada kilometro se parecía más al anterior. De repente Tico se acordó de su primer amor, una muchacha bonita a quien dijo demasiado tarde «te quiero». De todas formas no se puso triste, no echaba de menos esos tiempos.
clac, clac, clac, clac…
Irene Lewis viajaba en otro tren. Ahora atravesaba una ciudad de altos edificios. Habia niebla y algunos de los rascacielos parecian no tener fin, como una conexión entre la tierra y el espacio. El tren de Irene iba abarrotado, era hora punta.
clac, clac, clac, clac…
Tico se empezó a dormir con el traqueteo del tren. Daba cabezadas al ritmo de los postes de la luz que pasaban por la ventana. Los vagones se iban haciendo cada vez más largos y la noche más oscura. Los postes casi no se veian con la luz que venia del tren. Una enorme serpiente cruzaba el país con un ritmo que parecía un susurro.
clac, clac, clac, clac…
En el bosque de metal y hormigón, la otra serpiente emergía de su guarida oscura. La luz cegadora del verano dolía en los ojos de Irene. Al ver los otros trenes que circulaban paralelos al suyo se acordó de aquel cable que Tico le prometió para curar su corazón y nunca llegó. Otro tunel, los trenes se separan de nuevo. Oscuridad.
clac, clac, clac, clac…
Los postes de la luz empezaron a desaparecer, las vías se unieron en una sola y llegó el desierto. Una sola línea de tren atravesando la blancura. Las ventanas del tren se cerraron herméticamente. Estaban pasando por la zona sin oxígeno. Tico se despertó y penso en su casa, su antigua casa. Era un piso pequeño, sencillo, sus padres lo criaron como mejor pudieron. Le salvaron. Irene Lewis.
clac, clac, clac, clac…
El tren empezó a detenerse al llegar a la estación, era la parada de Irene. Los pasajeros empujaban para poder salir los primeros. Irene se quedó en su sitio, esperando que el bullicio se calmara. Finalmente se puso de pie y salió del tren para ir a su trabajo. Desde la cafetería del piso 782 casi se podía tocar la cúpula que aseguraba el oxígeno en la ciudad. Desde el edificio se podía ver casi todo, menos a Tico.
clac, clac, clac…