Frasin vive en un hangar donde aterriza la Ann. El hangar está fabricado con hormigón de medio metro de grosor en las paredes exteriores y una gran puerta que separa la zona de aterrizaje de la parte donde vive la chica. Se abre por el techo, deslizando una de las placas metálicas de la zona de aterrizaje sobre la placa de la vivienda. La chapa es gruesa, de color casi negro, que recoge a la vez la energía solar gracias a células fotoeléctricas. Cuando el hangar se abre hace mucho ruido por los motores que mueven las pesadas placas. A la derecha de la puerta de entrada, que también es de chapa, hay un garaje en el que está aparcado el Land-rover Santana del abuelo de Frasin. En la casa hay una sala grande con un sofá frente a un televisor, una larga mesa de trabajo llena de trastos, un par de ordenadores, una cama en el centro de la habitación y un armario con algo de ropa. Hay una cocina aparte de esa sala y trastos por todos los lugares y rincones de la casa. En el frigorífico hay poca comida y mucha bebida, cervezas, vodka, whisky, etcétera.
Alrededor del hangar hay árboles y arbustos que el abuelo de Frasin plantó hace tiempo y a unos veinte metros de la pared sur de la casa pasa un río gracias al que viven las plantas.
El hangar está a unos 200 metros del borde de la cúpula de la ciudad por petición del abuelo de Frasin, que también ayudó a construir las naves de evacuación. El sofá de la casa es de color verde claro, para dos personas y la televisión es de unas 25″. Dentro de la nave hay comida congelada que es lo que suele comer Frasin más a menudo, ya que no pasa mucho tiempo por casa.
La Ann, que describiremos otro día, es de color gris oscuro, casi negro.